jueves, 3 de mayo de 2007

Rabia, frustración que emerge como lava desde el centro de mi ser hasta mi boca y se escupe manchando todo a su paso, marcando con candente violencia mi propia vida. Llego a odiarme a mí mismo, a las circunstancias que me rodean... Quiero irme, deshacerme de este yo inútil, ciego y sordo a las señales de su proio interior, que lo impelen a cambiar para siempre, a olvidar lo que no importa: amores que no tienen sentido, profesión cada vez más empeñada; deudas de compromisos adquiridos, futuro incierto que se aventura a teñirse cada vez más con los colores del presente.

No hay comentarios: