jueves, 3 de mayo de 2007

Siento deseos de arrancarme la piel a tiras. De hundirme en una piscina de agua caliente, de aceite al rojo, de hierro fundido. Sentir el calor que carcome lentamente destruyendo piel, músculos, tendones y huesos hasta alcanzar la coraza de mi alma. Destruir poco a poco con el mayor de los dolores esa cubierta repleta de hollín, de orín y desgracias.
Apartar mi vista de lo que ya me aburre; olvidarme de los lazos adquiridos sin sentido, de las deudas que se acumulan, y de la eterna sensación de ir a la deriva...

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