miércoles, 31 de enero de 2007

Intento integrar el mayor número de piezas de mi interior. Aquellas que tiran de mí con esas que me incitan a la inercia; las que confían en el reposo con las que son seducidas por el movimiento constante, el trabajo y la acción.
Encontrar la paz entre tantas corrientes aparentemente sin sentido entraña mucha energía, quizá más de la que hube pensado que tuviese o, más bien, la que jamás hubiera empleado si quiera.
Pero me apetece esa paz. No importa el precio, si es que lo tiene. Embarcarme en un mundo de incertidumbre (¿acaso mi vida ha llevado una dirección clara alguna vez?), con el apoyo de mis pasos y de Dios, es una aventura que me intriga, me azora, que me retrae y expande al mismo tiempo. Me apetece encontrar el punto de equilbrio en el que todo llega a vibrar con la nota más prístina, ese minuto en donde el carbón explota en diamante, ese momento álgido en el que el agua es todo a la vez: gas vapor, líquido incoloro y sólido hielo; ese instante en el que el universo queda pendiendo de un hilo de vida...
Hay días en los que me siento más osado, más crítico y poderoso. El reverso, aún en vergüenza, existe, y paga el precio de la desazón, la inseguridad y el abandono... Pero todo forma parte de la vida, todo tiene su éxtasis y su nadir, incluídas mis incertidumbres, mis indecisiones y fallos.
Quizá lo más importante sea ir dando pasos, poquito a poquito, aun sin tener la certeza de estar caminando. No importa la dirección, no importa el tiempo malgastado en la tarea... Quizá lo único real sea la tarea misma, el solo caminar.
Quizá.

martes, 30 de enero de 2007

Cansancio del cuerpo y del alma...

miércoles, 24 de enero de 2007

Estoy construyendo un Puente entre lo pasado y lo nuevo con ayuda de unas urracas celestes.
Intento, a través de él, poner en contacto un mundo que fue con uno que será, mezcla de mis experiencias y mis ensueños.
Sorprendido por la clarividencia, o la falta de escrúpulos, de mi juventud. Y de la absoluta carencia de límites.
Soñar no cuesta nada a los veinte años. No debería ser más caro ahora, cuando se calculan mejor los límites (o se tienen más miedos.)
Intentaré entrar en contacto con esos mundos maravillosos en donde todo es posible: escenas, sentimientos, destinos entrelazados. Trataré de desarrollar, como antaño, esa capacidad mediúmnica que hace fluir a través nuestro seres no nacidos y pasiones todavía informes, que ya habitan en lo más recóndito de nuestro interior. Ese viaje interno, propio, en el que se cumple el fin último de nuestra existencia, que es crear. Egoísmo absoluto, estación mental eterna, suspendida en el limbo del tiempo que corre.
Llegar al fondo, tocar con nuestros pies la última de las fronteras, y salir a nado hacia la superficie. Eso es sobrevivir. Eso es vivir.
Atravesaré el Puente de las Urracas y todo quedará atrás.

sábado, 20 de enero de 2007

Tengo sueño.
Y sueño que no quiero soñar.
Porque no quiero despertar.

jueves, 18 de enero de 2007

Al chiquito, al grandote, al soñador de nadas.
Al romántico incurabe, al gruñón reventón.
Al que tiene fe. Y tiene esperanzas.
Al que encuentra en una sonrisa y en una lágrima razones para vivir.
Al chiquito que ama a Dios y a ti.
Sí: a todos los seres que se resumen en mí.
Te extraño.
Desvestirse lentamente. Perder las hojas de a poco. Deshacerse del lastre.
Renovar el interior; reflejar al exterior lo que nace por dentro.
Ser nueva orilla, refrescada por el abrazo perenne del mar. Río, lago, océano, isla.
Todo lleva su tiempo. Y en todo hay esperanza. Hasta en los pasos hacia atrás.

lunes, 15 de enero de 2007

Busco, busco...
Debo definir los objetivos, descifrar los símbolos de mi interior, soplar con hálito solar los oscuros recovecos que visito. Debo llenarlos de aire puro, de brillante luz.
Un rumor late bajo mi piel, corre por mis arterias, estalla en mi corazón.
La edad llama a la puerta; la eterna duda; el riesgo constante a la decepción.
¿Es tan desastroso ser un tipo corriente? ¿Pero por qué lo soy?
Ambición de ser diferente sin quererlo realmente.
Y siéndolo, ¿por qué no desearlo?
¿Es el Silencio la Búsqueda? ¿O es porque busco por lo que me hayo sin palabras?

martes, 9 de enero de 2007

¿Y es realmente desconocida la dirección que ansía tomar mi alma?
Pero algo tira de mí. Me hace sentir insatisfecho. Faltan piezas en el puzzle de mi vida, piezas importantes que yo mismo debo generar para seguir evolucionando.
¿Qué tira de mí? ¿Por qué esta desazón? ¿A qué se debe este ansia?
Es más que angustia; casi es desesperación. Como las personas que no pueden decir lo que piensan o aquellas que son incapaces de entender lo que se les dice. Me siento cortado, desconectado. Ciego a las señales, si existe alguna. Sordo a los estímulos de mi corazón.
Pero mi corazón late, mi alma tira más y más de mí en una dirección desconocida, acercándome con mayor rapidez al precipicio de mí mismo...

lunes, 8 de enero de 2007

Buscar un nuevo sueño, uno propio, casi irrealizable, e ir a por él.
Ir a por él...
¿Cuál?
No pertenecer a nadie, no sentir el más mínimo estímulo, la más pequeña inquietud hacia lo que nos rodea. No tener más metas, o no definir nuevos horizontes, que viene a ser lo mismo. Estar solo. Seguir. Dar tumbos hacia la izquierda, hacia la derecha. Desligado del mundo, sin más mérito que continuar vivo.

viernes, 5 de enero de 2007

Soy una vela al azote del viento.
Un canto rodado pulido por el vaiven del mar.

martes, 2 de enero de 2007

Todo es sexo. Todo, voluptuosidad y placer. El roce de una mano, el aleteo de las pestañas, una boca levemente entreabierta para dar a luz una sonrisa o un beso.
Y todos jugamos con esas reglas invisibles y rígidas; obscenas por rígidas, invisibles por obvias
El punto está en por qué haberme dado cuenta tan tarde del sentido de la vida humana, y no me ocupo ahora del Sentido de la Vida, amplio como el Universo, si no del ajedrez neurótico de las relaciones humanas, en las que el sexo que se introduce o que se recibe está presente en cada movimento y en cada sílaba.
Soy un "outsider", incapaz de encontrar en nuestro idioma término más preciso. El inglés es bueno para eso: una palabra es capaz de encerrar un concepto entero, suerte de atolón que es al mismo tiempo isla y océano.
Parte de mí reestructura esos impulsos, maquilla esas ideas, torna en disfraces ridículos lo que es simple química, roce y caricia, llanto, cólera y grito. Es como si desde la trascendencia mirase hacia el paisaje, y me entrasen ganas de jugar un poco en ese campo verde, donde tantos se encuentran y desencuentran, se juzgan y se despiden con la ligereza de lo cotidiano, con la necesidad de la mayor droga humana: gustarle a alguien, gozar de alguen y después olvidarse de alguien, una y otra vez.
El deseo tiene mil rostros, todos atractivos, y pocas veces nos evita la desilusión de caer en sus trampas. El sexo es adicción no por el orgasmo que conseguimos al final, si no por el goce que sentimos al ser gustados de antemano. Nada más erótico que ser escogido: desde la pachanga de fútbol a los doce años hasta el polvo de pie en el baño de un pub atestado de orina y sudor a los trenta y seis.
Yo veo hacia los lados y me siento incapaz de abandonarme por entero a ese juego de humores. Me falta tacto, me falta cuerpo, me sobra cobardía. Y sentido común.
Siempre he sido el que se queda fuera del equipo, el último en ser escogido, el más pequeño, el más infantil. El soñador inconstante, el habitante de otro planeta, el diferente...Ése que no sale en la foto; el que ordena los platos sucios; el que todo el mundo olvida. Porque me olvido de mí mismo, me encierro en mis sentidos y acabo consumido en mis propias llamas.
Porque el amor abrasa, arrasa todo a su paso, trastoca el mundo, pone los muebles patas para arriba, ciega los oídos, ensordece al corazón y nubla a la vista, incapaz de razonar, embriagado en ese éxtasis divino de gustar, de creer, de esperar. El amor no correspondido es un choque de trenes, es una vigilia a destiempo, es un adiós que no tiene final. Es el chico que se queda fuera de la pachanga de fútbol, es la niña sin gracia algo arreglada, en la que nadie repara duante el vaiven de una fiesta; es el amigo que, queriéndolo todo de aquel que perpetúa su fiebre, se contenta con las migajas de la mesa y hace para sí un festín de amor lleno con los despojos que le ofrece el dueño de su corazón.
Todo es sexo. Y todo es corazón.
El sexo de otro. El amor de otro.
Yo sólo lo contempo desde la lejanía, cero a la izquierda, sin peso específico, cáscara abandonada en una esquina sin luz: inerte y vacío, excepto de dolor.

lunes, 1 de enero de 2007

Seguir sendero sin señales; rutas sin fin definido.
Entero camino a mis pies.
¿Adónde?