martes, 21 de julio de 2009

No puedo odiarle por abandonarme. no puedo reclamarle ni un centímetro de cariño que nunca quiso darme.
Porque soy yo el que se odia a sí mismo y el que no se quiere nada, ni siquiera un poco.
Pude amar por los dos (y sí, lo hice todos los días); pude amar porque representaba toda mi existencia. Pero no era mi vida. Mi amor no era yo; era otro el que amaba: no podemos dar amor si no nos queremos a nosotros mismos. Aún peor y más trágicamente: ¿qué amor, si sólo odio hacia mí mismo brota de mi interior?

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