sábado, 4 de noviembre de 2006

Comenzar no suele ser sencillo. Pero algo nos impulsa a hacerlo. Una y otra vez. Entonando la canción del perpetuo retorno, nos lanzamos a ese maremagnum de sentimientos contrapuestos, de miedos y ansiedades, de expectativas y de esperanzas con las mismas ilusiones de la primera vez. O casi siempre es así.
Estoy tan aterrado que apenas puedo pulsar las teclas de este ordenador. Pero lo tengo que hacer. Lo necesito. Como al aire que respiro. Como el sueño que tanto se me escapa. Cargado con las desilusiones y experiencias varias que han configurado mi existencia, caleidoscopio de actos y de pensamientos enmarañados, mezclados en el juego de reflejos que es la Vida.
Como el buzo que, bajo el agua, siente el insistente deseo de respirar aire gaseoso, o el polluelo que ve la luz tras el cascarón y pugna por salir de la prisión del huevo, así me siento en las orillas de mí mismo deseando escapar a mis límites, dispuesto a destruir las fronteras de mi interior.
Aún hoy, a pesar del tiempo transcurrido, y de un corazón roto, algo me impulsa, me incita, me invita a vivir la vida a pleno sol.
Mi alma.
Y voy a por ella. Caminando, volando, soñando. Tengo que ir a por ella.
Para eso estoy aquí.

No hay comentarios: