lunes, 27 de noviembre de 2006

He buscado a Dios toda mi vida. Lo he encontrado en la Naturaleza, en el Arte, en todo lo que el hombre tiene de sensible, de bueno, de amante.
Y también lo he descubirerto en mi interior. A pesar de la inmensa soledad del alma, Él-Ella está ahí. Caminando conmigo, llevándome en sus brazos, dibujando a su lado mis huellas en sus pies.
Gracias a eso despierto cada mañana. Él-Ella es la fuerza que me impulsa a cambiar, a mejorar, a dejar de ser y ser más y mejor. Por Él-Ella siento este deseo irrefrenable de pedirme perdón a mí mismo.
Confío pues que todo esto, a pesar de ser dolorosísimo, sea lo que tiene que ser.
Él lo hizo una vez. Y no falló.
(Pero era Dios.)
Bien, Él era Dios. Pero yo estoy aprendiendo a serlo.

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